martes, 7 de febrero de 2012

Mamá, no quiero más SOPA


Algo que ya es del dominio de la mayoría de los internautas es la propuesta de la ley SOPA, que en México tiene un similar llamado ley Döring (aunque se empeñan en señalar que es independiente y distinta). Para aquellos que no sepan, básicamente se trata de que aquellos que tienen derechos sobre cierto tipo de material (libros, canciones, logos, etc.) puedan hacer válidas las leyes que ya existen respecto a la piratería (es por eso que lo de Megaupload sucedió antes de la ya citada ley).
Si nos ponemos a pensar, en verdad pensar, lo que hasta ahora se ha dicho parece justo, pues aquellas personas que viven de lo que crean están perdiendo dinero con cada descarga ilegal, caray, que no hay mucho de qué quejarse realmente, es como si robo un pan y hago una manifestación porque me detiene la policía. El verdadero problema es lo que hay detrás de dichas leyes, la forma en que se harán cumplir. Lo más preocupante es que podrán monitorear todas nuestras actividades en línea: así es, adiós a la intimidad y a la libertad de navegación.
Recordemos recientes eventos políticos, como la caída del dictador Mubarak en Egipto. Fundamental para su éxito fue el uso de las redes sociales, una herramienta de inmediata comunicación. Si la ley SOPA (y/u otras similares) es aprobada con sus formas de hacerse valer, todo esto quedaría atrás, porque cualquier gobierno, desde el más benevolente hasta el más autoritario, tendrá la capacidad legal de monitorear no sólo en las redes públicas, sino hasta en conversaciones privadas. Es una condena a la libertad de expresión.
Siguiendo con otras consecuencias, pensemos en el mundo escolar. Sólo serás capaz de adquirir y usar cierta información si pagas por ella, con lo cual el aprendizaje queda vetado para aquel que pueda pagar, que al menos en México sería anticonstitucional, pues por ley la educación es gratuita (que en verdad esto sea practicado es arena de otro costal).
Controlar la opinión pública, restringir la información escolar (que ya se hace con los raquíticos libros de texto oficiales publicados por la SEP) y un terror causado por el gobierno y las ridículas multas y condenas que quieren imponer nos está acercando a esa sociedad distópica que George Orwell describió en su libro “1984”. Cierto es que como las utopías las distopías por definición son imposibles, pero en México nos estamos acercando peligrosamente.